MANIFIESTO
Podría hablar de mi obra en tercera persona, pero no me quiero apartar a un lado para mostrarte un recorrido aséptico de mi trayectoria, estilo, técnicas, formatos o temáticas recurrentes.
Mi arte no se entiende huérfano de la primera persona que lo hace posible.
Por eso quiero contarte que casi toda mi creación artística es una prolongación de mis inquietudes internas, que no por propias son menos universales. Abstracción, conceptualismo, expresionismo y arte intuitivo o emocional se conjugan de forma elevada o bien muy anclada a tierra. De andar por casa. Sin complejos.
Algunos de esos universos se alojan en papel, otros en lienzo o tabla, los más impacientes en fotografía digital y los menos pudorosos en vídeo, collage o cualquier soporte que se preste a mis “explorimentos”.
Pero también hay parte de mi obra a la que se accede a través de rutas compartidas que me llevan a lugares ajenos: los encargos personalizados, en los que canalizo vuestras ideas y sentires a través de mis propios cauces.
Es tal vez un modo más artificioso de creación, no tan pura ni tan de mis confines para dentro, pero igual de necesaria como forma de diálogo nutritivo y, desde luego, como sostén económico para seguir creando aquello que no busca la aprobación del mercado, sino la trascendencia.
Sí, no me escondo. Pretendo que lo que me sale del puño no solo sean objetos decorativos que pasen de moda, sino que en el futuro sean puntos de partida para entablar conversaciones en todos esos lenguajes que no podemos expresar con palabras.
Es cierto que apuesto más por la espontaneidad creativa que por la planificación consciente de un resultado concreto; lo saco y observo, no al revés. Y disfruto cada latido que me impulsa durante el proceso, aunque la obra final muera en un cajón desangrada o se destruya por el camino.
Por encima de todo respeto mis momentos de inspiración, mis tiempos y mi energía cíclica disponible, por lo que no me seduce crear obras en masa ni repetir técnicas o estilo hasta quedarme seca. Aunque respeto a quien lo hace y admiro sus cuentas corrientes y portafolios armónicos. Juro que no es ironía.
Pero yo soy voluble. Y no siempre llevo dentro los mismos trazos ni las mismas (des)composiciones. La eterna disyuntiva entre que te compren lo que haces y hacer lo que sabes que vende (aunque te asfixie la rutina, por muy colorida que sea).
Y en este crear anárquico me convierto en los colores que se desbordan en los confines de cada lienzo en el arte fluido. Pero también me reconozco en la contención monocromática de un par de trazos negros. A veces soy carne de texturas que dan volumen y cuerpo a todas mis voces y, de forma tímida, me atrevo con manos alzadas y garabatos o collages que demuestran lo difusas que son algunas de mis líneas.
Pero con todo y contra todo, no renuncio a mostrar esta amalgama, pues es la pasta de la que estoy hecha.
Así es mi arte. Como yo. Ecléctico por (in)definición.

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