Va a contratar lo de la misa de difuntos. Y mientras tanto, habla con unas y con otros a través de un móvil prehistórico de esos de abrir y cerrar. La viuda. Vestida de riguroso negro, con el pelo rubio oscuro cardado y un carmín que se le emborrona alrededor de la boca. Al otro lado de la línea alguien le pregunta cómo está. Ella y sus hijas.
Ellas lo están llevando fatal -dice
Es que no lo asumen-insiste
Así que estoy yendo yo a contratar ya lo de la misa de difuntos, porque luego estas cosas las vas dejando y no se hacen -le repite al tercer interlocutor telefónico
La viuda va sentada junto a una de las ventanas del autobús, sin quitarse el abrigo ni desamparar el bolso debajo del brazo. Se pone gafas negras solo cuando le da el sol entre llamada y llamada.
¿A que sí? ¿Cómo lo viste? ¿Qué te pareció? -pregunta con cierto entusiasmo
Él es muy majo, sí. Mira cómo la abrazaba ayer en el cementerio. La verdad es que se ha portado muy bien con toda la familia. Yo solo espero que nos dure, porque esta chica…
Y entonces se ríe. Y vuelve a repetir lo de la misa de difuntos, que donde las monjas la hacen muy bonita y por eso va a contratarla allí; aunque para acudir al sitio haya tenido que salir de casa al día siguiente de enterrar a su marido. Y coger el autobús de línea en el que da el sol a ratos y la obliga a ponerse y quitarse las gafas negras. Y dejar a sus hijas llevándolo fatal porque no lo asumen. Y pintarse los labios imaginarios, cardarse el pelo y no desamparar el bolso bajo el brazo. Y ese abrigo. Negro. El mismo que ayer arroparía su duelo en el cementerio. U otro. El abrigo de ir a contratar misas de difuntos un lunes por la mañana en autobús.
¿Sí? –dice descolgando el teléfono
Muchas gracias cariño, aquí voy en el ciento cuarenta y siete
Pues a contratar lo de la misa de difuntos, que luego estas cosas las vas dejando y no se hacen.
He llegado aquí deste tu agujero… Me gusta muchísimo como escribes querida Laura, ni por asomo te dejes influir por el síndrome de la impostora!
Un abrazo grande desde Mallorca!
No sabes cómo me alegra que te guste y lo valores. Muchísimas gracias por dejarte caer en el Agujero y venir hasta aquí desde la primera entrega 😉 Otro abrazo de vuelta desde Madrid